Si algo tienen nuestras fiestas falleras, además de celebrar a lo grande la llegada de la primavera, es que, al tiempo que las calles se llenan de sonidos, olores y música, los fogones de nuestros restaurantes también dan paso a esta nueva estación haciendo que estalle de olla en olla.
Nadie que visite Valencia en las fiestas josefinas debe dejar pasar la ocasión de saborear algunos de nuestros más afamados platos típicos valencianos donde el arroz es la figura central.
Bien esté acompañado de marisco y pescados directos de nuestro mar, o engarzado con las más variadas verduras (cortadas y listas para cocinar, disponemos de una amplia variedad), los arroces adquieren en estos fogones la clasificación de categoría especial, como algunos de los monumentos colosales que los falleros plantan a golpe de ilusión y de esfuerzo de todo un año.
Por unos días, la fisonomía de las ciudades se deja enmascarar con un espíritu lúdico, cambiando el humo de los tubos de escape por el humo embriagador de la pólvora. Los ruidos estridentes del tráfico se sustituyen por las múltiples melodías que vuelan, de banda en banda, haciendo que el más triste vea invadido su ánimo durante esos días por la alegría.
Se contagia el optimismo como una gripe pertinaz
Las calles se cortan al servicio de la fiesta. Y se colocan largas mesas, improvisadas algunas veces, donde se comparten viandas deliciosas. Para darle el remate final a este escenario, un buen arroz debe tener en estos lugares lúdicos su propia ceremonia:
– Unos entrantes que dejen al comensal satisfecho pero no lleno, como unas excelentes ensaladas de marisco, que disponemos en Toni Negre. Los cacahuetes y las olivas que no falten. Algún esgarraet con su bacalao o mojama, descubre nuestra sección de ahumados y salazones.
– Cuando esté listo el arroz, a disfrutarlo.
– Y todo bien regado con vino de la tierra o algún que otro barretxat con cazalla y gaseosa. O una gélida cerveza, si es que ese año a marzo le da por mayear.
Cuchara en ristre, la paella va quedando huérfana de su apetitoso contenido. O la olla, si es que el cocinero decidió que el menú fuese un arroz caldoso como un «arròs amb fesols i naps».
Para terminar el festín, un cremaet bien preparado debe acompañar la tertulia.
Y de nuevo, vuelta a empezar. Que se hace tarde para la recogida de premios, para el pasacalles o para la ofrenda. Ya llegará el día veinte y con él, el descanso y los aburridos herviditos.
Toni Negre S.L contribuye a que los menús falleros que se avecinan estén dotados de una categoría gourmet insuperable.
Tengan la cuchara preparada y buen provecho.