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Muchos piensan que hay que ser todo un experto para reconocer el buen vino durante una desgustación. Si eres de los que piensa así, estás equivocado. Para conocer un caldo de calidad hay que seguir una serie de pautas. Estas sirven para diferenciar un crianza auténtico de uno perrero o de garrafón. Además, conociéndolas evitarás engaños en más de una compra y podrás sorprender a amistades o clientes con tu saber.

A lo largo de esta entrada vamos a mencionar algunas pautas y pasos a seguir para que adquieras unos mínimos rudimentos. Con ellos podrás disfrutar con calma de un buen vino cuando quieras.

Atención a los colores

Existe un enorme caleidoscopio de colores, los cuales dependen del tipo de vino con el que se esté tratando. Van del tinto al blanco y son muestra de los colorantes que se han ido generando durante el envejecimiento. Si es bueno, el color debería ser cristalino y diáfano. Debe ser una tonalidad limpia y que mantenga un equilibrio con otros factores como el sabor o el aroma. Los vinos jóvenes son por regla general de tonos vivos y con un color más marcado.

Transparencia adecuada

Depende del colorante presente en el licor, obviamente los más transparentes serán los claros y los que menos los tintos. Es un factor de relativa importancia, ya que va a ofrecer pistas sobre el origen, la edad e incluso la variedad de uva de la que se obtuvo. Se vincula la transparencia a la acidez y también afecta al color. Cuanto más ácido, más colorido.

La fluidez y consistencia importa

No es necesario llegar a tocar el vino, basta con observar la caída del líquido en la copa. Sin embargo, lo más usual es girar la bebida y luego dejarlo reposar. Al moverlo puedes contemplar la consistencia de su cuerpo y al detenerlo se producen unas lágrimas sobre el cristal. Estas se crean por combinación de la tensión superficial del agua y el porcentaje del alcohol propio. Si estas gotas llegan a darse, estarás ante un vino de calidad.

Existencia o no de posos

Los posos, sin importar el tipo de caldo, son totalmente inocuos, pero resultan antiestéticos. Se forman por el ácido tartárico que surge durante el proceso de fermentación. A día de hoy los métodos de producción suelen eliminar este factor. Sin embargo, en los más añejos aparece como una mezcla de taninos y colorantes. Estos forman un poso que afecta al sabor dándole un toque amargo y enturbian el color. La existencia de posos o no es un factor que indica la calidad.

Concluyendo

Reconocer un vino de calidad ya no debería ser tan problemático. Al fin y al cabo, diferenciarlo es cuestión de tener buen ojo, práctica y conocimientos. Factores como el color, la transparencia o la existencia o no de posos son indicadores de la calidad. Además, las lágrimas que se forman hablan del cuerpo del propio caldo. Si quieres contar con una compañía con experiencia en hostelería, no dudes en contactar con nosotros en Toni Negre S.L.

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